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Avances tecnológicos en el laboratorio clínico para la evaluación de la función renal en pacientes diabéticos e hipertensos

Avances tecnológicos en el laboratorio clínico para la evaluación de la función renal en pacientes diabéticos e hipertensos

Ángel Leonardo Pin Pin, angel.pin@unesum.edu.ec, https://orcid.org/0000-0001-9179-0981, Universidad Estatal del Sur de Manabí, Jipijapa – Ecuador

Maryari Dayanara Moreira Moreira, moreira-maryari9056@unesum.edu.ec, https://orcid.org/0009-0002-1530-1482, Universidad Estatal del Sur de Manabí, Jipijapa – Ecuador

Marco Vinicio Ronquillo Usuño, ronquillo-marco1579@unesum.ed.ec, https://orcid.org/0009-0004-9588-0799, Universidad Estatal del Sur de Manabí, Jipijapa – Ecuador

Mayerly Alejandra Pihuave Cajape, pihuave-mayerly8882@unesum.edu.ec, https://orcid.org/0009-0003-5701-8922, Universidad Estatal del Sur de Manabí, Jipijapa – Ecuador

Resumen 

La diabetes y la hipertensión son enfermedades crónicas que incrementan el riesgo de daño renal progresivo, por lo que el diagnóstico temprano y preciso es esencial para prevenir complicaciones. El objetivo de este estudio se centró en analizar los avances tecnológicos aplicados en el laboratorio clínico que mejoran la evaluación de la función renal en pacientes con diabetes e hipertensión. Se realizó una revisión sistemática documental descriptiva mediante publicaciones científicas actualizadas (2021-2025) obtenidas de base de datos como: Scopus, PubMed, SciELO y Google Scholar.

Los resultados mostraron que tecnologías como inteligencia artificial, dispositivos portátiles, biosensores, PCR digital, tomoeslastografía y resonancia magnética funcional optimizan la detección y seguimiento de la función renal. Además, herramientas como cistatina C, NGAL, KIM-1, IL-18, L-FABP, proteómica y Exosomas urinarios superaron en eficacia (hasta 98 %) a métodos tradicionales (<80 %). Estos biomarcadores ofrecen alta precisión, detección temprana y monitoreo no invasivo. Se concluye que su integración favorece a los diagnósticos oportunos y personalizados, mejorando el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes diabéticos e hipertensos.

Palabras clave: diagnóstico precoz, hiperglucemia, nefronas, nefrología, presión arterial

Abstract: Technological Advances in the Clinical Laboratory for the Evaluation of Renal Function in Diabetic and Hypertensive Patients 

Diabetes and hypertension are chronic diseases that increase the risk of progressive kidney damage, so early and accurate diagnosis is essential to prevent complications. The objective of this study focused on analyzing technological advances applied in the clinical laboratory that improve the assessment of kidney function in patients with diabetes and hypertension. A descriptive systematic documentary review was conducted using updated scientific publications (2021-2025) obtained from databases such as Scopus, PubMed, SciELO, and Google Scholar.

The results showed that technologies such as artificial intelligence, portable devices, biosensors, digital PCR, tomoslastography, and functional magnetic resonance imaging optimize the detection and monitoring of kidney function. Furthermore, tools such as cystatin C, NGAL, KIM-1, IL-18, L-FABP, proteomics, and urinary exosomes were superior in efficacy (up to 98%) to traditional methods (<80%). These biomarkers offer high accuracy, early detection, and noninvasive monitoring. It is concluded that its integration favors timely and personalized diagnoses, improving the prognosis and quality of life of diabetic and hypertensive patients.

Palabras clave: early diagnosis, hyperglycemia, nephrons, nephrology, blood pressure

Introducción

La diabetes mellitus y la hipertensión arterial son dos de las enfermedades crónicas no transmisibles más prevalentes a nivel mundial. Ambas condiciones están estrechamente asociadas con la aparición de daño renal progresivo, lo que puede llevar a enfermedad renal crónica (ERC) si no se detectan y controlan a tiempo (1). Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 830 millones de personas padecen diabetes, mientras que la hipertensión afecta a aproximadamente 1,280 millones de adultos en el mundo (2,3). Esta alarmante cifra refleja una crisis silenciosa que compromete la calidad de vida y sobrecarga los sistemas de salud.

El diagnóstico temprano de alteraciones en la función renal representa un desafío constante, especialmente en pacientes diabéticos e hipertensos, cuya afectación renal suele ser asintomática en etapas iniciales (4). De hecho, se estima que al menos el 10% de la población mundial presenta algún grado de daño renal, siendo la diabetes la causa principal en más del 40% de los casos de enfermedad renal terminal. En este contexto, los avances tecnológicos en el laboratorio clínico han adquirido un rol fundamental, permitiendo una evaluación más precisa, rápida y personalizada del estado renal (5).

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En Estados Unidos y otros países del continente americano, se han realizado esfuerzos significativos para incorporar tecnologías avanzadas en los laboratorios clínicos, como sistemas automatizados de alto rendimiento, inteligencia artificial y nuevos biomarcadores (6). Un estudio del National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases (NIDDK) (7) evidenció que el uso de Cistatina C y otros marcadores emergentes mejora notablemente la precisión en la detección de enfermedad renal temprana, en comparación con la creatinina sérica tradicional. Estas herramientas no solo optimizan el diagnóstico, sino que también permiten intervenciones más oportunas.

En América Latina, la situación es igualmente preocupante. Según la Federación Internacional de Diabetes (IDF) (8), la región alberga más de 40 millones de personas con diabetes, una cifra que se espera aumente en un 65% para el año 2045. La hipertensión también afecta a cerca del 30% de los adultos. No obstante, muchos países aún enfrentan limitaciones tecnológicas en sus laboratorios, lo que dificulta el diagnóstico temprano de la función renal. Estudios realizados en países como México, Brasil y Colombia revelan que, aunque existen esfuerzos por actualizar los equipos clínicos, la cobertura sigue siendo baja en zonas rurales o marginadas (9,10,11).

En el caso de Ecuador, el Ministerio de Salud Pública (MSP) ha alertado que la diabetes mellitus constituye la segunda causa de mortalidad (12). En la ciudad de Guayaquil, estudios recientes han evidenciado la coexistencia frecuente de la diabetes mellitus y la hipertensión arterial, asociada a una alta mortalidad y a un mayor riesgo cardiovascular (13). Esta situación enfatiza la importancia de una evaluación precisa de la función renal, dado que la enfermedad renal crónica representa una de las complicaciones más relevantes vinculadas a estos trastornos.

En el cantón Jipijapa, provincia de Manabí, los laboratorios clínicos presentan importantes limitaciones tecnológicas, ya que el 80% continúa empleando métodos convencionales para evaluar la función renal. Esto afecta a más de 331 pacientes con diabetes e hipertensión, quienes se ven obligados a trasladarse a otros cantones para acceder a pruebas avanzadas (14). La carencia de equipos automatizados y biomarcadores modernos, dificulta la detección temprana del daño renal. Esta brecha tecnológica en zonas rurales pone de manifiesto la urgente necesidad de mejorar la atención primaria y prevenir complicaciones crónicas renales (15).

Por esta razón, resulta fundamental buscar fortalecer la capacidad diagnóstica de los laboratorios clínicos en zonas vulnerables, donde las limitaciones tecnológicas impiden la detección temprana del daño renal en pacientes con diabetes e hipertensión. Incorporar avances como biomarcadores innovadores y tecnología avanzada no solo permite mejorar el monitoreo, sino también reducir complicaciones y optimizar los recursos en salud pública.

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En este contexto, la presente investigación analiza los avances tecnológicos aplicados en el laboratorio clínico que mejoran la evaluación de la función renal en pacientes con diabetes e hipertensión. Asimismo, identifica tecnologías emergentes, evalúa la eficacia diagnóstica de estas herramientas y examina el uso de biomarcadores innovadores. A partir de ello, surge la siguiente interrogante: ¿Qué avances tecnológicos demuestran mayor eficacia en la evaluación de la función renal y cómo contribuyen a la detección temprana de complicaciones renales?

Ese trabajo se encuentra articulado al programa de interacción social de la Universidad Estatal del Sur de Manabí, denominado: Influencia del laboratorio clínico en la prevención y diagnóstico de la enfermedad renal en pacientes con diabetes mellitus e hipertensión arterial del sur de Manabí – Fase II.

Base Teórica

Fisiología de la función renal en pacientes diabéticos e hipertensos

La función renal cumple un papel fundamental en el equilibrio del organismo, especialmente en la regulación de electrolitos, el mantenimiento de la presión arterial y la eliminación de productos de desecho. En pacientes con diabetes e hipertensión, los riñones enfrentan una sobrecarga constante que compromete su capacidad de filtración (16,17). La hiperglucemia persistente daña los vasos sanguíneos renales, lo que reduce el flujo y altera la función de las nefronas. A su vez, la presión arterial elevada ejerce una fuerza excesiva sobre las paredes vasculares, deteriorando progresivamente la estructura glomerular (18).

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En personas con diabetes, la glucosa elevada promueve procesos inflamatorios y la formación de productos finales de glicación avanzada, que afectan directamente la arquitectura renal (19). Estas alteraciones provocan una disminución en la tasa de filtración glomerular, generando una retención de toxinas en el organismo. Además, se produce una hiperfiltración compensatoria que, a largo plazo, agota las nefronas y favorece la progresión hacia enfermedad renal crónica. El control glicémico deficiente, por tanto, representa un riesgo elevado para el deterioro renal silencioso pero progresivo (20).

Por su parte, la hipertensión sostenida provoca una pérdida de la autorregulación del flujo sanguíneo renal, lo que lleva a una isquemia crónica de los tejidos renales. Esta situación estimula la fibrosis y el engrosamiento vascular, disminuyendo la perfusión adecuada y afectando la capacidad de los riñones para concentrar la orina y eliminar desechos (21). Además, la activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona potencia el daño estructural, incrementando la presión intraglomerular y favoreciendo la esclerosis renal. Estos mecanismos, combinados, convierten a la hipertensión en un factor clave de progresión del daño renal (22).

Entre los principales factores que desencadenan el deterioro renal se encuentran la hiperglucemia, la hipertensión mal controlada, la dislipidemia, el tabaquismo y el sedentarismo. Estos elementos actúan de manera sinérgica para comprometer la función renal, promoviendo inflamación, estrés oxidativo y fibrosis tisular. La detección temprana y el abordaje integral de estos factores son esenciales para frenar el avance del daño y preservar la función renal en pacientes vulnerables. Mantener una vigilancia clínica constante permite prevenir complicaciones graves y mejorar la calidad de vida del paciente (23,24).

Parámetros tradicionales de laboratorio para evaluar la función renal

La evaluación de la función renal en la práctica clínica se basa en parámetros tradicionales que permiten identificar alteraciones tempranas o avanzadas del sistema excretor. Uno de los marcadores más utilizados es la creatinina sérica, un producto de desecho derivado del metabolismo muscular que se elimina por filtración glomerular (25). Su concentración en sangre se incrementa cuando hay una disminución en la capacidad filtrante del riñón. Sin embargo, este parámetro puede verse influido por la edad, el sexo, la masa muscular y el estado nutricional, lo que limita su precisión en algunos casos (26).

BERNARDO LEW

La tasa de filtración glomerular estimada (TFGe) se calcula a partir de la creatinina sérica y otros factores como la edad y el peso. Este valor ofrece una estimación más ajustada de la función renal y es esencial para clasificar los estadios de la enfermedad renal crónica (27). A pesar de su utilidad, este cálculo puede sobreestimar o subestimar la función renal en individuos con características atípicas o en estados agudos. Por ello, se requiere una interpretación cuidadosa, especialmente en adultos mayores o pacientes con comorbilidades (28).

Otro parámetro comúnmente solicitado es la urea sérica, que también refleja la capacidad de excreción renal, aunque puede verse alterada por factores extrarrenales como la dieta rica en proteínas o el catabolismo aumentado (29). Por su parte, el examen general de orina proporciona información valiosa mediante la detección de proteinuria o microalbuminuria, que son signos tempranos de daño glomerular, en especial en pacientes diabéticos. Estos hallazgos permiten intervenir de manera precoz antes de que el daño sea irreversible (30).

A pesar de su amplia utilización, los métodos tradicionales presentan limitaciones importantes. Su sensibilidad en etapas tempranas es baja, lo que retrasa el diagnóstico. Además, no reflejan con precisión los cambios estructurales iniciales, por lo que se recomienda complementarlos con marcadores más específicos en pacientes de alto riesgo (31).

Avances tecnológicos en el laboratorio clínico

Técnicas automatizadas y sistemas integrados

AADEE

En los últimos años, el laboratorio clínico ha experimentado una transformación significativa gracias a los avances tecnológicos que han optimizado la precisión, rapidez y eficiencia en el diagnóstico. Las técnicas automatizadas permiten procesar un gran volumen de muestras con menor intervención humana, reduciendo los errores y mejorando la trazabilidad de los resultados (32). Estos sistemas están diseñados para estandarizar procedimientos, minimizando la variabilidad analítica y asegurando una mayor confiabilidad en las mediciones. Esto ha sido clave en el seguimiento de enfermedades crónicas como la renal (33).

Los sistemas integrados han revolucionado la gestión de los laboratorios al unificar múltiples fases del análisis clínico, desde la preanalítica hasta la postanalítica. Mediante interfaces digitales, los equipos se comunican entre sí y con los sistemas informáticos del laboratorio, lo que permite un control más riguroso de la calidad. Esta integración favorece la rapidez en la entrega de resultados y mejora la toma de decisiones clínicas. Además, facilita la detección temprana de alteraciones bioquímicas en pacientes de riesgo (34).

Los análisis bioquímicos automatizados permiten evaluar numerosos parámetros en una sola corrida, lo que incrementa significativamente la productividad del laboratorio. Entre ellos se incluyen marcadores de función renal como creatinina, urea, cistatina C y electrólitos. Estos equipos están dotados de tecnologías que permiten una alta sensibilidad y especificidad en las mediciones, fundamentales para un diagnóstico preciso. Asimismo, la automatización ha permitido reducir costos y tiempos de respuesta, aumentando la cobertura diagnóstica en unidades de atención primaria y especializada (35).

Las nuevas plataformas permiten realizar evaluaciones amplias del estado renal-metabólico de un paciente, integrando múltiples marcadores en un solo análisis. Estas plataformas no solo evalúan la función renal clásica, sino que también incorporan indicadores de inflamación, daño tubular y equilibrio ácido-base (36). Esto proporciona una visión más completa del estado de salud del paciente. Estas herramientas son especialmente útiles en el seguimiento de personas con enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión (37).

Biomarcadores emergentes de daño renal

En la actualidad, los biomarcadores emergentes han ganado protagonismo en la detección del daño renal, especialmente por su capacidad para identificar alteraciones antes de que se presenten cambios evidentes en los parámetros tradicionales. Estos marcadores ofrecen una herramienta más sensible y específica para el diagnóstico temprano, lo que permite intervenir a tiempo y evitar el avance hacia una insuficiencia renal crónica. Su incorporación al laboratorio clínico representa un avance significativo en el cuidado de pacientes con enfermedades como diabetes e hipertensión (38).

La cistatina C es uno de los biomarcadores más prometedores para evaluar la función renal. A diferencia de la creatinina, su concentración en sangre no se ve influenciada por la masa muscular, el sexo o la edad, lo que la hace más precisa en poblaciones vulnerables. Se filtra libremente por los glomérulos y no se reabsorbe, lo que permite estimar con mayor exactitud la tasa de filtración glomerular. Su detección es útil incluso en etapas muy tempranas de deterioro renal (39).

El NGAL, también conocido como lipocalina asociada a la gelatinasa de neutrófilos, se eleva rápidamente ante daño tubular agudo, incluso horas después de la lesión. Su medición es especialmente valiosa en situaciones de riesgo como procedimientos quirúrgicos, exposición a fármacos nefrotóxicos o infecciones graves. Permite actuar de forma preventiva antes de que el daño sea irreversible, lo que mejora significativamente el pronóstico del paciente (40).

Otros marcadores como KIM-1, IL-18 y L-FABP también reflejan daños específicos en las células renales. KIM-1 se relaciona con daño en túbulos proximales, IL-18 con procesos inflamatorios y L-FABP con estrés oxidativo. La combinación de estos biomarcadores brinda una visión más completa del estado renal. Su mayor ventaja es la detección precoz, lo que abre la posibilidad de intervenciones más eficaces y un seguimiento clínico más preciso (41).

Herramientas de diagnóstico molecular

Las herramientas de diagnóstico molecular han ampliado considerablemente la capacidad para detectar enfermedades renales desde una perspectiva más profunda y personalizada. A través del análisis directo del material genético y de las proteínas expresadas en las células renales, hoy es posible identificar predisposición genética, tipos específicos de nefropatía y mecanismos implicados en la progresión del daño renal (42). Estas técnicas permiten un enfoque más preventivo, basado en la biología del paciente, y favorecen intervenciones dirigidas y eficaces desde etapas muy tempranas (43).

Una de las técnicas más empleadas es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que permite amplificar fragmentos específicos de ADN para identificar mutaciones o polimorfismos asociados a enfermedades renales hereditarias o adquiridas. En pacientes con antecedentes familiares o con sospecha de nefropatías genéticas, esta herramienta puede revelar alteraciones en genes relacionados con el colágeno, canales iónicos o proteínas de filtración glomerular. Esto facilita un diagnóstico certero y la toma de decisiones clínicas con base genética (44).

Los estudios de expresión génica permiten analizar qué genes están activos o inactivos en las células renales durante el proceso de enfermedad. Esta información es útil para entender cómo responde el riñón a la inflamación, el estrés oxidativo o la fibrosis, entre otros factores. A través de esta técnica, se pueden identificar firmas genéticas específicas asociadas a cada etapa del daño renal, lo que permite un seguimiento más dinámico y preciso de la enfermedad (45,46).

Por su parte, la proteómica analiza el conjunto de proteínas producidas en las células renales, ofreciendo una visión funcional del estado del órgano. Cambios en la expresión o estructura de proteínas clave pueden alertar sobre daño subclínico incluso antes de que aparezcan síntomas o alteraciones en análisis convencionales. Estas herramientas moleculares representan una nueva era en el diagnóstico renal, más precisa, personalizada y anticipada (47).

Tecnologías de imagen integradas con diagnóstico de laboratorio

La incorporación de tecnologías de imagen al diagnóstico de enfermedades renales ha marcado un gran avance en la medicina moderna, especialmente cuando se combinan con los resultados del laboratorio clínico. Esta integración permite obtener una visión más completa y detallada del estado funcional y estructural de los riñones, facilitando diagnósticos más precisos y personalizados. Así, el médico no solo evalúa valores bioquímicos aislados, sino que puede correlacionarlos con imágenes que muestran la evolución real del tejido renal (48).

La resonancia magnética renal ha demostrado ser una herramienta no invasiva de gran valor, capaz de proporcionar imágenes detalladas de la morfología renal, perfusión y procesos inflamatorios o fibrosos (49). Cuando se complementa con marcadores bioquímicos como creatinina, cistatina C o NGAL, se logra un enfoque mucho más sensible para identificar daño renal en fases tempranas. Esta combinación mejora la detección de lesiones antes de que sean irreversibles, lo que favorece decisiones clínicas más oportunas (50).

La integración de datos provenientes de imágenes médicas y análisis de laboratorio en plataformas clínicas digitales ha revolucionado el abordaje del paciente. Estas plataformas permiten centralizar la información, analizarla de forma conjunta y generar informes interpretativos que apoyan al médico en su diagnóstico. Además, favorecen el seguimiento longitudinal del paciente, comparando datos a lo largo del tiempo para evaluar la progresión o mejoría de la función renal (51).

Este enfoque integral fortalece la medicina basada en datos, permitiendo una atención más precisa y centrada en el paciente. Al unir la evidencia visual con la información bioquímica y molecular, se consigue un diagnóstico más completo, especialmente útil en casos complejos como nefropatías diabéticas o enfermedades renales crónicas. La tecnología, en este sentido, se convierte en una aliada poderosa para proteger la salud renal y mejorar los resultados clínicos (52).

Aplicación de la inteligencia artificial y sistemas de apoyo diagnóstico

La inteligencia artificial (IA) está transformando la atención médica, y su aplicación en el diagnóstico y seguimiento de enfermedades renales es cada vez más relevante. Gracias a su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos, la IA permite identificar patrones que pueden pasar desapercibidos en una revisión clínica convencional. Esto resulta especialmente útil para predecir el riesgo de progresión hacia enfermedad renal, optimizando los recursos y permitiendo intervenciones más tempranas y personalizadas (53).

Los algoritmos predictivos diseñados con IA analizan información de múltiples fuentes: antecedentes médicos, niveles de creatinina, presión arterial, presencia de proteinuria, entre otros. Al procesar estos datos, pueden estimar con alta precisión la probabilidad de que un paciente desarrolle deterioro renal en los próximos meses o años. Esta capacidad de anticiparse al daño permite a los profesionales tomar decisiones preventivas, ajustar tratamientos o intensificar controles en pacientes de alto riesgo (54).

La integración de datos clínicos y de laboratorio en sistemas inteligentes mejora la calidad del diagnóstico. Plataformas avanzadas cruzan resultados de análisis bioquímicos, imágenes, biomarcadores y registros clínicos para generar alertas o recomendaciones automatizadas. Esta sinergia entre tecnología y medicina reduce errores, estandariza procesos y brinda un apoyo valioso al juicio médico, especialmente en entornos con alta carga asistencial o con acceso limitado a especialistas (55).

La telesalud y el monitoreo remoto han ampliado las posibilidades de cuidado continuo para pacientes renales. Hoy es posible realizar controles desde casa, enviando resultados a los sistemas del hospital en tiempo real. Esto mejora la adherencia al tratamiento, permite ajustes rápidos ante cualquier cambio y reduce desplazamientos innecesarios. En conjunto, la inteligencia artificial y las herramientas digitales representan una nueva etapa en el manejo de la salud renal: más preventiva, precisa y centrada en el bienestar del paciente (56).

Comparación entre métodos tradicionales y tecnologías emergentes

La comparación entre los métodos tradicionales y las tecnologías emergentes en el diagnóstico de enfermedades renales revela diferencias importantes que impactan directamente en la calidad del cuidado al paciente (57). Los métodos clásicos, como la medición de creatinina sérica, urea o el examen de orina, han sido durante años la base para detectar alteraciones renales, pero suelen tener una sensibilidad limitada en etapas tempranas. En cambio, los nuevos biomarcadores y herramientas moleculares permiten identificar daño renal incluso antes de que se presenten síntomas clínicos o alteraciones visibles en estudios convencionales (58).

Desde el punto de vista diagnóstico, las tecnologías emergentes ofrecen mayor sensibilidad y especificidad. Marcadores como la cistatina C, NGAL o KIM-1 detectan cambios sutiles en la función o estructura renal, lo que permite actuar con mayor rapidez. Además, el uso de inteligencia artificial e imágenes avanzadas mejora la interpretación clínica al reducir la posibilidad de errores humanos y facilitar diagnósticos más certeros. Sin embargo, estos métodos requieren una infraestructura tecnológica y personal capacitado que no siempre está disponible en todos los entornos (59).

En cuanto a los costos, los métodos tradicionales son más accesibles y ampliamente disponibles, lo que los hace fundamentales en los servicios de salud primarios. Por el contrario, las tecnologías emergentes pueden tener un costo inicial elevado, tanto en equipamiento como en insumos, aunque a largo plazo podrían reducir gastos asociados a complicaciones por diagnósticos tardíos. El equilibrio entre costo y beneficio debe considerarse cuidadosamente al implementar estas nuevas herramientas (60).

En los diferentes niveles de atención en salud, los métodos tradicionales siguen siendo esenciales en centros básicos o rurales, donde los recursos son limitados. No obstante, en hospitales de mayor complejidad, la combinación de tecnologías emergentes con herramientas clásicas permite una evaluación más completa. La clave está en adaptar cada método a las necesidades del paciente y al alcance del sistema de salud (61).

Desafíos y perspectivas futuras

Los avances tecnológicos en el diagnóstico renal han abierto nuevas posibilidades para detectar y tratar enfermedades de manera más eficaz. Sin embargo, su implementación en la práctica clínica enfrenta diversos desafíos. Una de las principales limitaciones es el alto costo de adquisición y mantenimiento de equipos avanzados, sumado a la necesidad de personal altamente capacitado. Esto dificulta su adopción en centros de salud de baja complejidad, donde el acceso a recursos es restringido, dejando una brecha importante entre lo ideal y lo posible (62).

Además, surgen importantes consideraciones éticas y regulatorias. El uso de inteligencia artificial, análisis genéticos y datos clínicos integrados plantea preguntas sobre la privacidad, la confidencialidad y la equidad en el acceso. No todos los pacientes tienen las mismas oportunidades de beneficiarse de estos avances, lo que podría generar desigualdades en el diagnóstico y tratamiento. También es necesario contar con marcos legales claros que regulen el uso de estas tecnologías sin comprometer los derechos del paciente (63).

La investigación futura se enfoca en desarrollar pruebas más sensibles, accesibles y rápidas que permitan detectar daño renal de forma no invasiva. Se espera que la innovación tecnológica impulse el desarrollo de plataformas portátiles, análisis basados en inteligencia artificial y pruebas moleculares más económicas. Estas innovaciones no solo facilitarán el diagnóstico temprano, sino también el monitoreo continuo desde el hogar, mejorando el seguimiento de pacientes crónicos y la calidad de vida (64).

En los laboratorios clínicos, las normativas de calidad y control son fundamentales para garantizar la precisión y confiabilidad de los resultados. Sin embargo, las limitaciones tecnológicas aún presentes dificultan la estandarización de métodos avanzados, especialmente en regiones con baja infraestructura. Esto subraya la necesidad de políticas públicas que apoyen la modernización de los laboratorios y aseguren que los beneficios de la tecnología lleguen a toda la población por igual (65).

Metodología

Diseño y tipo de estudio

Se desarrolló una investigación bibliográfica en base a una revisión sistemática documental de tipo descriptivo.

Criterios de Elegibilidad

Criterios de inclusión

• Investigaciones recientes divulgadas en los últimos 5 años (2021-2025)

• Publicaciones íntegras disponibles sin restricciones.

• Estudios con un enfoque metodológico claro.

• Portales institucionales confiables.

Criterios de exclusión

• Trabajos científicos divulgados fuera del rango temporal definido.

• Análisis que no guarden vínculo directo con la temática abordada.

• Documentos carentes de una organización formal.

• Proyectos académicos de nivel de licenciatura.

• Páginas en línea de baja credibilidad, publicaciones personales y revisiones sin respaldo científico.

Estrategia de búsqueda

Para el desarrollo de esta investigación, se recurrió a literatura científica publicada entre los años 2021 y 2025, seleccionada de bases de datos reconocidas como Scopus, PubMed, SciELO y Google Scholar, considerando estudios en español, inglés y portugués. Se priorizó la búsqueda de fuentes actualizadas relacionadas con innovaciones tecnológicas aplicadas al laboratorio clínico en el contexto de enfermedades crónicas.

Entre los términos clave empleados se incluyeron: avances tecnológicos, pruebas de laboratorio, marcadores renales, diabetes mellitus, hipertensión arterial y función renal. Asimismo, se integraron operadores booleanos como AND y OR, utilizando descriptores estandarizados MeSH, tales como: “Renal Function Tests”, “Diabetes Mellitus”, “Hypertension”, “Laboratory Techniques and Procedures”, y “Technological Innovations”. Esta estrategia permitió identificar investigaciones relevantes que abordan la aplicación de nuevas herramientas diagnósticas en pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles.

Selección de estudios

Tras un proceso de revisión detallada y reflexiva del material consultado, se seleccionaron trabajos relevantes que guardaban coherencia con el enfoque de esta investigación. En la etapa de búsqueda se identificaron un total de 354 publicaciones en las plataformas seleccionadas. Luego de aplicar los filtros correspondientes de inclusión y exclusión, se descartaron 255 documentos por no estar vinculados directamente con las variables analizadas, presentar origen poco confiable o contener información incompleta. Finalmente, fueron considerados 99 estudios que cumplieron con los criterios establecidos y fueron organizados conforme a las pautas del diagrama de flujo PRISMA 2020 (Figura 1) (66).

Consideraciones éticas

Se cumplió en su totalidad con la normativa sobre propiedad intelectual, asegurando un manejo ético y consciente de toda la información utilizada. Se omitió cualquier acto de copia indebida y se empleó adecuadamente el estilo de citación Vancouver, garantizando claridad, honestidad académica y el debido crédito a los autores originales.

Resultados y Discusión

Análisis e interpretación de la tabla 1

La tabla 1 muestra las tecnologías emergentes utilizadas en el análisis de la función renal, donde existe una tendencia hacia la integración de inteligencia artificial, diagnóstico molecular y dispositivos portátiles en la evaluación renal. Estas tecnologías permiten una detección más temprana y personalizada del daño renal. Además, herramientas como biosensores, transcriptómica espacial o PCR digital ofrecen alta precisión y velocidad, mientras que los wearables facilitan el estudio del daño renal.

Análisis e interpretación de la tabla 2

La tabla 2 evidencia que las nuevas herramientas superan en eficacia a los métodos clásicos. Marcadores como NGAL, cistatina C o IL-18 alcanzan valores de detección cercanos o superiores al 90%, frente a parámetros tradicionales que rara vez superan el 80%. La incorporación de proteómica, imagenología avanzada y chips bioelectrónicos incrementa la sensibilidad diagnóstica y permite intervenir antes de que el daño renal sea irreversible.

Análisis e interpretación de la tabla 3

La tabla 3 recopila múltiples biomarcadores innovadores para el monitoreo de la función renal, donde Cistatina C y NGAL destacan por su rapidez y precisión, mientras que KIM-1, IL-18 y L-FABP permiten diferenciar el tipo y la etapa de la lesión. Otros, como TIMP-2/IGFBP7 o Exosomas urinarios, predicen riesgo futuro y facilitan un seguimiento no invasivo. Su uso en conjunto proporciona una evaluación más completa, anticipando complicaciones y favoreciendo una medicina más preventiva y personalizada.

Discusión

El desarrollo de esta investigación ha permitido recorrer un trayecto que parte de los métodos convencionales hasta alcanzar innovaciones que transforman la evaluación de la función renal. Se han integrado tecnologías de automatización, biomarcadores emergentes y análisis moleculares, cada uno aportando mayor sensibilidad diagnóstica y capacidad de intervención temprana. Estos avances han abierto la posibilidad de un abordaje más personalizado, evitando que la detección de la enfermedad renal llegue en fases avanzadas.

Dentro de las tecnologías emergentes utilizadas en el análisis clínico de la función renal, se evidenció que la inteligencia artificial aplicada a biomarcadores y la integración multi-ómica, potencian la precisión diagnóstica. La disponibilidad de dispositivos portátiles y técnicas de imagen avanzada amplía la capacidad de seguimiento continuo. Asimismo, el uso de análisis moleculares y sensores innovadores ofrece una detección más temprana y específica del daño renal. Estas herramientas superan las limitaciones de los métodos clásicos y permiten personalizar intervenciones (67-76).

Estos hallazgos concuerdan con la investigación de Nourie, y col. (97), realizada en Francia en 2024, donde destacan cómo los biomarcadores combinados con inteligencia artificial mejoran la detección precoz de daño renal. El estudio describe cómo la integración de datos multiómicos con algoritmos de predicción permite un diagnóstico más preciso y adaptado a cada paciente. Esto coincide en que los dispositivos de monitoreo continuo y el análisis molecular avanzado complementan y superan las limitaciones de los métodos convencionales.

Respecto a la eficacia diagnóstica de nuevas herramientas frente a métodos tradicionales, se determinó que las nuevas herramientas diagnósticas alcanzan eficacias que superan ampliamente a los métodos tradicionales. Marcadores como NGAL, cistatina C, KIM-1 o la proteómica basada en espectrometría de masas logran valores de precisión cercanos o superiores al 90 %. En contraste, parámetros convencionales como creatinina sérica o BUN rara vez sobrepasan el 80 %. Esta diferencia demuestra la ventaja de emplear indicadores más específicos y sensibles. Además, la imagenología avanzada y los chips bioelectrónicos permiten correlacionar datos estructurales y funcionales (77-86).

Estos resultados tienen similitudes con los de Marakala V. (98), donde mediante un estudio realizado en Arabia Saudita en 2022 confirma que NGAL y cistatina C ofrecen una capacidad diagnóstica superior frente a los métodos clásicos en la detección de lesión renal aguda y crónica. La investigación destaca que NGAL se eleva horas antes que la creatinina ante daño tubular, lo que permite actuar de forma anticipada. Igualmente, la cistatina C demostró ser menos dependiente de factores como masa muscular o edad, aumentando la confiabilidad de la evaluación. La coincidencia con los resultados de esta investigación refuerza la necesidad de incorporar estos biomarcadores a la rutina clínica.

En cuanto a los biomarcadores innovadores para el monitoreo de la función renal, se destacó que TIMP-2, IGFBP7, Exosomas con microARNs y L-FABP ofrecen ventajas en predicción y monitoreo no invasivo. Estas herramientas permiten diferenciar tipos de lesión y detectar riesgo inminente, incluso en ausencia de síntomas. Su precisión facilita intervenciones preventivas y seguimiento personalizado. El uso combinado de varios marcadores amplía la visión del estado renal y mejora la respuesta terapéutica. Además, reducen la dependencia de métodos invasivos como la biopsia (87-96).

Estos resultados coinciden con lo descrito por Ostermann, y col. (99) a través de una investigación efectuada en Alemania en 2024, quienes demostraron que TIMP-2 e IGFBP7 predicen con alta precisión la lesión renal aguda en pacientes de cuidados intensivos. Su trabajo resalta que la detección anticipada permite aplicar medidas de protección renal antes de la pérdida funcional significativa. La coincidencia de estos hallazgos refuerza la utilidad de estos biomarcadores como herramientas de alerta temprana.

Aunque los avances son notables, persisten barreras que limitan su adopción, como los altos costos, la necesidad de personal capacitado y la desigualdad en el acceso. Por ello, es necesario realizar otras investigaciones orientadas a adaptar estas tecnologías a entornos de bajos recursos. Asimismo, estudios multicéntricos, estos permitirán validar su aplicabilidad en distintas poblaciones. La investigación futura debe priorizar la equidad y la viabilidad práctica, debido a que solo así se garantizará que los beneficios alcancen a todos los pacientes que los necesiten.

Conclusiones

Esta revisión sistemática revela que la incorporación de tecnologías emergentes como inteligencia artificial, dispositivos portátiles, biosensores y análisis multi-ómico ha demostrado un impacto significativo en la evaluación renal. Su aplicación fortalece la capacidad diagnóstica, optimiza el seguimiento y facilita intervenciones oportunas, contribuyendo a mejorar el pronóstico y la calidad de vida en pacientes diabéticos e hipertensos con riesgo de deterioro renal.

Por otra parte, las nuevas herramientas diagnósticas, como cistatina C, NGAL, proteómica e imagenología avanzada, superan claramente en precisión a los métodos tradicionales, cuyos valores rara vez superan el 80 %. Esta mayor sensibilidad y especificidad permite detectar alteraciones en etapas tempranas, ofreciendo un margen más amplio de intervención. Esta combinación de tecnologías innovadoras con pruebas clásicas asegura una evaluación integral, fiable y altamente efectiva para prevenir y tratar el daño renal.

En última instancia, los biomarcadores innovadores como TIMP-2, IGFBP7, Exosomas urinarios y L-FABP, han demostrado ser herramientas valiosas para predecir, diferenciar y monitorear lesiones renales de forma no invasiva. Su capacidad para anticipar riesgos y guiar decisiones clínicas personalizadas mejora la atención y reduce complicaciones. Integrarlos en la práctica clínica favorece un manejo más preventivo, preciso y humano, fortaleciendo la protección de la función renal en pacientes con diabetes e hipertensión.

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