
Vitamina D: del déficit poblacional al diagnóstico en el laboratorio clínico

Los niveles séricos de vitamina D en la población general varían considerablemente dependiendo de múltiples factores, incluidos la estación, la latitud, los factores culturales que conducen a una menor exposición a la luz UVB, la pigmentación de la piel, el índice de masa corporal, el sexo, la edad, el nivel de ejercicio físico, la fortificación de los alimentos con vitamina D o el uso de suplementos con este componente. Incluso entre poblaciones occidentales comparables, pueden observarse diferencias notables, influenciadas también por factores genéticos, como ciertos polimorfismos que afectan su concentración sérica, tal como han demostrado estudios con gemelos y análisis de aleatorización mendeliana1.
La deficiencia de vitamina D reduce la absorción intestinal de calcio, lo que genera hiperparatiroidismo secundario, pérdida ósea y un mayor riesgo de fracturas, especialmente en adultos mayores1–3. En niños, esta deficiencia puede conducir al raquitismo, mientras que en adultos puede precipitar o agravar la osteopenia, la osteoporosis y las fracturas óseas4, además de desencadenar osteomalacia5. Asimismo, se ha asociado con una mayor probabilidad de desarrollar ciertos tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes, hipertensión e infecciones3.

Determinadas poblaciones presentan un mayor riesgo de déficit de vitamina D, como los menores de 1 año, los adultos mayores de 70 años, las personas bajo tratamiento crónico con determinados anticonvulsivantes o corticoides, y quienes padecen enfermedad renal crónica o síndromes de malabsorción, incluyendo pacientes sometidos a cirugía bariátrica o con enfermedad inflamatoria intestinal, entre otros5.
A pesar de los esfuerzos de gobiernos y sociedades médicas de establecer ingestas diarias recomendadas de vitamina D, científicos y nutricionistas de todo el mundo están de acuerdo en que probablemente el 50% de los adultos no reciban o no produzcan suficiente vitamina D para mantener la homeostasis ósea. Nuestro país no es ajeno a esta situación, observándose una prevalencia cercana al 45%, con variaciones según edad, región y período estacional6.
Las clasificaciones del estado nutricional de vitamina D varían a través del tiempo, y aún son tema de debate. Las principales guías internacionales recomiendan que los niveles óptimos de vitamina D estén en el rango de 50 a 75 nmol/L (20-30 ng/mL)1,7. Actualmente, la concentraciónsérica de vitamina D total, suma de 25-(OH)-vitamina D3 (colecaciferol) y 25-(OH)- vitamina D2 (ergocalciferol), es considerada el biomarcador más adecuado para la evaluación del estado de la vitamina D, dado que refleja tanto la producción endógena como la ingesta dietética1,5.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1.Giustina, A. et al. Consensus Statement on Vitamin D Status Assessment and Supplementation: Whys, Whens, and Hows. Endocrine Reviews vol. 45 625–654 Preprint at https://doi.org/10.1210/endrev/bnae009 (2024).
2. Ziada, S., Wishahe, A., Mabrouk, N. & Sahtout, S. Vitamin D deficiency and oral health: a systematic review of literature. BMC Oral Health vol. 25 Preprint at https://doi.org/10.1186/s12903-025-05883-w (2025).
3. Brito, A. et al. Less than adequate vitamin D status and intake in Latin America and the Caribbean:a problem of unknown magnitude. Food Nutr Bull 34, 52–64 (2013).
4. Plantalech, L. Mapa de hipovitaminosis D en Argentina. Actualizaciones en Osteología vol. 1 11–15 (2005).
5. Comisión Nacional de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y Excelencia Clínica (CONETEC). Rastreo de Vitamina D En Población General. (2023).
6. Puche, R. C. SOBRE LA PREVALENCIA DE HIPOVITAMINOSIS D EN ARGENTINA. Medicina vol. 75 183–186 (2015).
7. Sánchez, A., Oliveri, B., Mansur, J. L., Fradinger, E. & Mastaglia, S. GUÍA DE LA FEDERACIÓN ARGENTINA DE SOCIEDADES DE ENDOCRINOLOGÍA SOBRE DIAGNÓSTICO, PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO DE LA HIPOVITAMINOSIS D. Actualizaciones en Osteología vol. 11 151–171 (2015).




